MAOBOOK
Por: María Paz Puentes 7°A
No está de más decir que el uso de celulares ha cambiado en el siglo 21 debido a que los estamos utilizando prácticamente para cualquier cosa como trabajar, enseñar, realizar tareas, etc.
Mi punto es que hacemos uso excesivo y equívoco de la tecnología porque nos estamos volviendo dependientes de este pequeño aparato que llevamos a cualquier parte. Hay personas que en su afán de estar pegados en redes sociales y páginas de internet olvidan que todo lo que existe en el mundo tiene su lado oscuro.
En nuestro colegio no es para nada raro ver a innumerables niñas en: descanso, mientras el profesor no está, a la salida, a la entrada, e incluso en plena clase sumergidas en el celular. Lo más preocupante es que no les importa que les estén explicando un tema, dando una orientación o desarrollando un taller, ellas siguen pegadas al celular porque tal parece que estar activas en las redes es más importante que prepararse para el futuro.
De seguir así pasaremos los días hablando con nuestros amigos, padres y hermanos en el chat, aun sabiendo que están a un metro de nosotros.
Pienso también que las niñas aunque conocen los riesgos a los que se están enfrentando al momento de conocer un amigo nuevo en Facebook, prefieren seguir permitiendo el acceso de cualquier desconocido o que la sigan en Instagram, solamente por querer aumentar su número de seguidores sin saber qué tipo de persona la está viendo del otro lado de la pantalla, o cuáles sean sus intenciones. Algunas parecen enloquecer al enterarse que su foto no tiene tantos likes como en otras, así llegan al extremo de subir cualquier foto de su celular al azar.
Sí, el mundo está cambiando, pero si no cambiamos nuestros hábitos de vida podemos llegar a tener grandes complicaciones a causa de los excesos.
Dejar de ir al parque por jugar juegos como fortnite, dejar de acariciar a tu mascota por una virtual, dejar de despertarte en la mañana, saludar a tu familia, a Dios y tomar una taza de café por despertar y ver la foto que subieron recientemente en tu celular.
Pienso que la decisión está en cada una, y cada una decide lo que quiera hacer con su celular, pero ¿Qué tan lejos se puede llegar con ese apego o esa obsesión?
Todo esto sin tener en cuenta los problemas de salud que genera: problemas como secarse el lagrimal, tener sueño y cansancio todo el tiempo, entre otros.
Llegar al extremo de revisarlo en la noche antes de dormir y en la mañana antes de pararte puede llevarte a correr un grave peligro en redes y en todo el Internet porque es cierta esa frase que dice: “si alguien la ve deja de ser tuya”. Sí, hablo de las fotos que envías. Ya sea a tu novio, quien luego será tu ex, tu mejor amiga, que resulta odiándote o a quien sea por error.
Algunas de las cosas que mencione anteriormente también las he realizado, pero aprendí que simple y sencillamente quiero cambiar. Ya no quiero estar con el celular cada vez que lo vea y pienso que en estos tiempos el cambio sería la mejor opción.